
Érika Vera, barbera en New York Barbershop: “Recomendaría investigar un poco más en el pasado de quien se autoproclama master barber”
Érika Vera (Vigo), peluquera y como ella misma reconoce aprendiz de barbera, lleva ya algún tiempo trabajando en la prestigiosa New York Barbershop de Rotterdam, en una carrera a fondo por aprender los secretos de un oficio que le fascina desde que pisó, aún siendo una niña y de la mano de su padre, una barbería por primera vez. Mucho ha llovido desde entonces o, al menos, lo suficiente para que entrevistarla se convierta en una buena reflexión sobre la profesión, los oportunismos y el ‘ombliguismo’ de una industria que, fuera de España, nos saca ventaja. Por Marga Sánchez
Érika Vera, ¿podrías describir quién eres en 140 caracteres?
No soy muy amiga de las autodescripciones; confío en que la imagen que proyecto a los demás y mi visión de mí misma concuerdan. Sí te diré que soy una soñadora con muchas ganas de cambiar el mundo, una trabajadora con muchos defectos que sigo puliendo y una esponja humana que no se cansa de aprender.
¿Cuándo se produce el salto de España a Rotterdam y por qué?
El momento del salto ocurre en una etapa de mi vida en la que tuve que romper con todo y empezar de cero, a todos los niveles. El tener un apoyo extra en la ciudad hizo que ganase puntos ante otros destinos seleccionados. Mi sueño cuando me marché de Vigo era el de recorrer el mundo de barbería en barbería para profundizar en esa profesión que tanto llamó mi atención desde pequeña. Pero la vida y las decisiones que tomas por el camino tenían reservado algo un poco diferente para mí.
¿Sientes que el talento español es más valorado más allá de nuestras fronteras?
Sinceramente, no. Siento que más allá de nuestras fronteras se valora más la profesionalidad, el trabajo duro, el esfuerzo. Si cruzas la frontera tienes que estar dispuesto a darlo todo. No por ser español te abrirán ninguna puerta ya que mientras en otros países han trabajado muy duro por prestigiar la profesión, en España seguimos viviendo de rentas. Recuerdo cuando se me decía que a los españoles se nos rifaban por Europa por nuestra alta calidad. Eso ha dejado de ser así. Aquí los profesionales tienen una calidad altísima y cobran su buen dinero por ello. Aquí ser peluquero o ser barbero tiene prestigio. Lo único que me decían es que sin holandés no me querían de cara al público, no importaba cuál fuera mi currículum. Ni siquiera haber trabajado en multinacionales y contar con un decente nivel de inglés eran suficientes. No olvidaré jamás que llegar aquí significó empezar de cero; empezar limpiando. Sentirse un emigrante es una experiencia de la que sales fortalecida pero que te hace desarrollar una alta capacidad de autocrítica. Tenemos grandes profesionales llevando a lo alto la marca España, pero mucho más trabajo queda por hacer.
Desde la perspectiva que da la distancia, ¿qué valoración haces del trabajo que están haciendo nuestros barberos y barberos en España?
Creo que los barberos y barberas están haciendo algo que la peluquería debería imitar. Están sacando pecho de su profesión, están modernizando sus instalaciones, subiendo precios, gritando a los ciudadanos que están ahí para lo bueno y para lo malo. Iniciativas solidarias, portadas en revistas profesionales, etc., pero, sobre todo, trabajando duro por prestigiar el oficio de barbero, que hasta ahora estaba olvidado y denostado. Mi valoración es muy positiva; si tuviera que poner un pero lo haría en el apartado formativo: muchas nuevas estrellas se apuntan al carro de las formaciones y la aparición de oportunistas con falsas biografías me preocupa. El problema de que algo esté de moda es que los vendedores de humo pueden tirar por tierra el trabajo de muy buenos profesionales. Recomendaría investigar un poco más en el pasado de quien se autoproclama “master barber” (que para mí son palabras mayores) y ver si concuerda o solo es una estafa más.
¿Cuándo entra la mujer en la barbería? ¿Qué te impulsó a ti hacerlo?
Esta es una buena pregunta si llevamos al lado purista esta entrevista: en Europa no hay barberos. Actualmente no existe tal título, no hay gremio, eres peluquero para la ley. Estados Unidos es un país de referencia para mí; allí para obtener la licencia de barbero necesitas más horas de práctica que las que necesitas para ser policía. La licencia de un estado no te permite ejercer la barbería en otro diferente por lo que debes sacar una nueva, con todas las horas y dinero que eso implica. Es en Estados Unidos donde podemos encontrar a las mujeres que oficialmente obtuvieron las primeras licencias como barberas a finales de los 50 y principios de los 60. Por ello soy abiertamente contraria a la nueva moda de prohibir la entrada de las mujeres a las barberías. Costó mucho su acceso y los primeros pasos de esas pioneras como para que ahora se nos niegue porque es fashion o por estrategia de marketing. Yo no soy barbera, estoy en “proceso” como diría mi jefe. Mi impulso nace de la fascinación que me produce el ambiente clásico, el servicio al cliente, esa esencia tan especial que pude conocer gracias a que mi padre me llevaba con él a todas partes. Yo me crié entre rulos y secadores de peluquería de señoras, pero cuando tocaba acompañar a mi padre a la barbería… eso era un paraíso, tan diferente, tan silencioso, tan relajante, tan especial. Hace más de cinco años se despertó en mí la inquietud de ser barbera, soñé con la posibilidad de abrir un negocio diferente, de dar a los hombres aquello que reclamaban, empecé a informarme y a descubrir modelos de negocio sorprendentes a lo largo de América y escondidos en rincones de toda Europa. Pero eso requería de formación, y mucha, quería empaparme de todo ello, aprender y llegar a revolucionar Vigo con mi idea. Ya llevo un año en New York Barbershop donde mis compañeros me ayudan cada día a ser mejor profesional. Así que podríamos decir que estoy empezando mi camino.
En tu blog, kverahairstylist.blogspot.nl, reconoces sentirte fascinada por el mundo masculino. ¿Qué es lo que más te atrae de su código estético?
¡Gracias por mencionar mi blog! ¡Sería más fácil decirte qué no me gusta! (ríe) Pero como mujer siempre me he sentido atraída por la figura del caballero clásico, del que sabe seducir con una sonrisa, del que no se avergüenza de su propio cuidado, de su coquetería. Creo que el macho ibérico de los 60 ha quedado atrás y hemos abierto la puerta a la influencia de muchas estéticas diferentes. Soy una enamorada de los hombres, los admiro. Disfruto de su compañía y de su conversación. Mis más fuertes influencias han sido masculinas y respeto sus diferencias y su necesidad de reclamar un espacio más personalizado. Los 90 quisieron meter a hombres y mujeres en un mismo saco, androginia y movimiento unisex. Hoy vemos que la feminidad y la masculinidad buscan su sitio de nuevo pero esta vez alejados del machismo y del feminismo que nada tienen que ver con eso. Mezclar estética con ideología, en este caso, es repetir un discurso del siglo pasado alejado de la realidad.
¿Te hace sentir como un bicho raro el hecho de ser mujer en un mundo dominado por hombres?
Somos mujeres viviendo en un mundo dominado por hombres, no importa nuestra profesión. Lo cierto es que me siento valorada y respetada, mis compañeros han sido un apoyo fundamental, pero no me siento un bicho raro ya que hay muchas barberas por el mundo haciendo un trabajo impecable.
¿Cómo reacciona la clientela masculina que no te conoce cuando descubre que va a ser una mujer quien le va a realizar el servicio?
Vivo en un país donde la gente es muy sincera y directa, en alguna ocasión se han sorprendido pero gratamente. No he recibido nunca una mala contestación. Sorpresa y admiración, esas son las reacciones más comunes.
Además de en la New York Barbershop, ¿en qué otras barberías te gustaría trabajar?
¡¡La lista sería interminable!! Savills Barbers, Barbershopconect… ¡Tengo al menos una en cada país! Mi sueño aún lo tengo en la recámara… ¡Espero algún día darme la vuelta al mundo visitando barberías, aunque sea por etapas!
¿Hacia dónde crees que virarán las barberías cuando el fenómeno hipster y de las barbas haya desaparecido?
Creo que la barba ha llegado para quedarse y, como toda moda, es cíclica. Ahora estamos en un punto álgido por lo que hay muchos más barbudos de los que habrá, pero quedarán muchos más barbudos de los que fueron antes de los hipster. Gracias a este fenómeno la barba ha abandonado muchos de sus tabúes y es aceptada en puestos de trabajo donde antes era impensable, eso no tiene vuelta atrás. Ahora bien, como toda moda, cuando pase, veremos que las barberías de verdad seguirán ahí, como siempre, y aquellas que surgieron solo por unirse al carro y ganar dinero fácil desaparecerán. La ley de la oferta y la demanda regulariza el mercado y no tiene piedad.
¿Piensas en volver a España o el exilio va a prolongarse algún tiempo más?
¡No he dejado España! No creo que la deje nunca. Nuestra base estará en Holanda por muchos años pues ahora viene un bebé en camino y la educación que puede recibir aquí es de muchísima más calidad, entre otras cosas, pero no nos desvinculamos de España. Es más, estamos trabajando en diseñar programas de formación y actividades de divulgación de la barbería que esperamos poder llevar a cabo allí también. Así que viviremos con un pie en el norte y otro en el sur de Europa para empaparnos de lo mejor de cada lado y contagiarlo a la inversa.
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