Conoce a Erika Vera
- ¿Cómo descubre una chica el mundo de la barbería? ¿Qué fue lo que más te atrajo?
Gracias a mi padre, no es barbero, pero le encanta ir a la barbería. Trabajaba mucho así que, de niña aprovechaba cada ocasión para pasar tiempo con él y recuerdo perfectamente la primera vez que me llevó con él a la barbería. En mi familia hay muchos familiares peluqueros, pero no tenemos ningún barbero así que, a pesar de estar acostumbrada al ambiente de peluquería, ese día supe que estaba en un sitio diferente: los aromas, el afeitado que le hicieron a navaja, la decoración, los sillones… todo era especial y ese recuerdo me persiguió en toda mi carrera profesional, pues siempre supe que, de tener mi propio negocio, sería una barbería para poder transmitir lo que aquel día sentí a quien entrase por mi puerta.
- ¿Cómo has aprendido todo lo que sabes?
Soy una persona con muchas inquietudes y mucha curiosidad, hoy en día la tecnología nos permite acceder a una cantidad de conocimientos infinita, pero cuando era joven los libros y hacer de detective con quien me resultaba interesante me ayudó mucho, viajar, entrar en contacto con personas diferentes… Creo que es una cuestión de actitud, vivo para aprender. A nivel profesional he tenido un camino bastante diferente a lo que se espera de un peluquero/barbero, he tenido la suerte de trabajar en diferentes puestos en multinacionales y allí aprendí a ver el sector con otros ojos. Experiencias que te transforman y te completan.
- ¿Por qué decidiste irte fuera de España?
En mi vida personal había tocado fondo y necesitaba un gran cambio, se presentó la oportunidad de irme fuera y de los destinos que tenía en mi mano ganó Rotterdam, quería formarme en barbería y se abría un camino allí, así que no lo dudé mucho y me fui casi con lo puesto.
- Con la perspectiva de los años y la experiencia, ¿qué diferencias existen en cómo se desarrolla la profesión en nuestro país y en el extranjero?
Creo que en otros países hay una cultura de dar servicio y no de “estar al servicio”, espero explicarme bien. En Holanda concretamente ser camarero o ser peluquero no está mal visto socialmente, no implica nada despectivo ya que no son “sirvientes que no sabían que hacer de su vida”, son profesiones que ofrecen un servicio y son respetadas. Este es un escalón muy importante que permite que todo lo demás sea más fácil de conseguir. Precios más elevados y un trato diferente por parte de los clientes, mucho más de tú a tú.
Creo que los esfuerzos que debemos realizar en España están en mejorar nuestra comunicación hacia el cliente final, invertimos mucho en premios de peluqueros para peluqueros, en cursos de perfeccionamiento, en viajes para conocer otros negocios y a quienes lo dirigen… pero necesitamos mejorar la percepción general y particular que tienen los consumidores de barberías y peluquerías sobre nosotros. ¿De qué sirve invertir en formación, en mejores productos y en mejores herramientas si para el cliente al final lo único que hacemos es pasarle un poco la máquina?
Aquí a los clientes los despistamos por nuestra falta de regulación y de comunicación, ya que no por ir a un salón muy caro te van a dar el mejor servicio, ni por ir a uno barato te van a dar mala calidad, hay de todo y muy mezclado y eso dificulta muchísimo el seguir avanzando.
- ¿Tenemos la misma visión sobre la barbería?
La barbería tiene una casuística especial, y cuantos más años pasan y más hablo con compañeros de todos los países más reafirmo mi propia opinión. La barbería prácticamente desapareció. En Europa casi totalmente. La ausencia de barbería permitió que ciertos negocios pudiesen crear conceptos muy llamativos que supieron posicionar muy bien, las redes sociales ayudaron a expandir rápidamente la novedad y, poco a poco, muchos quisieron imitar o aprovechar esta onda expansiva para transformar sus carreras profesionales.
En España se ha vivido diferente pues, aunque muy dañada, la barbería siempre estuvo ahí, no es de extrañar esta confrontación y tanto debate al respecto. Barberos muy jóvenes que a los ojos de barberos de toda la vida no están bien preparados, barberos jóvenes que no valoran el conocimiento de los que llevan en esto 50 años porque los ven desactualizados, que, si eres un peluquero y no un Barber, etc. A día de hoy barber, barbershop y barberpole comienzan a tener detractores por la perversión que se ha hecho de lo que significa.
- ¿Por qué decidiste volver y abrir tu propio salón?
Hace más de diez años tuve un sueño, quería abrir mi barbería, pero no tenía la experiencia necesaria ni como empresaria ni como barbera, así que todo el camino recorrido me ha llevado hasta aquí.
Hace cinco años conocí a Iván Rodríguez, esto cambió mi vida, me abrió las puertas de par en par al mundo de la barbería y hace un año decidimos que era nuestro momento. Me puse a trabajar en el concepto que quería llevar a cabo y un par de inversores querían apoyarnos en Holanda, pero queríamos apostar por Vigo, no sólo por la familia, nuestra ciudad tiene sitio para un concepto diferente, tiene potencial, está en crecimiento, así que nos liamos la manta a la cabeza y nos volvimos a por todas. Shave the Sailor lleva tres meses abierto, tiene un fuerte carácter vigués, representa muy bien lo que nosotros somos y como entendemos el oficio y la respuesta de nuestros clientes está siendo increíble.
- ¿Qué te ha enseñado el oficio como persona?
Este oficio, lejos de lo que podamos transmitir en ocasiones en las redes sociales, tiene como base el trabajo duro. La humildad con la que debes encarar tu día a día, la disciplina, la profesionalidad, la educación y el constante aprendizaje. Podemos abrir la puerta de nuestro establecimiento cada día si hay personas que confían su imagen en tus manos y no sólo en una ocasión, sino para siempre. Si aprendes a conquistar sus corazones no te abandonarán, atraerán a nuevos clientes y los verás crecer, los acompañarás en sus momentos más importantes y serás un protagonista secundario de sus vidas. Es un privilegio de oficio el nuestro…
- ¿Qué cualidades debe tener un buen barbero?
Aquí entra otro punto de debate, ya que lo menos importante es lo buenísimo que seas técnicamente, eso puede ir mejorando cada día y por lo general los clientes no saben distinguir demasiado la calidad técnica de uno u otro, se mueven más por gustos diría yo. Lo que si considero importante es que el barbero sea educado, atienda correctamente al público, tenga una buena higiene personal y esté bien preparado para asesorar correctamente a sus clientes. Características que curiosamente no se trabajan en muchas formaciones o no encuentro formación para mejorar estos aspectos. Así cuando en una barbería se busca personal ocurre que es muy difícil encontrar buenos barberos.
- ¿Cuáles son las últimas tendencias en la barbería?
Pues de estilos muy americanos, los british empiezan a hacerse escuchar entre los barberos españoles, así que Tony&Guy, Josh Lamonaca… están proponiendo estilos que pisan fuerte ahora mismo. Los medios y largos también se abren paso entre fades que ganan una intensidad en texturas en las zonas superiores y una imagen andrógina que quiere romper con el lumbersexual de las últimas temporadas. ¡Pero en la calle aún hay barbas para rato! Éstas han llegado para quedarse.
- En tu opinión, ¿hacia dónde se dirige el sector?
Creo que hacia la especialización. Creo que en Europa ya ocurre y aquí cuando perdamos el miedo a no caerle bien a todo el mundo, ocurrirá también. Me explico, es imposible ser bueno en todo y este sector tiene un amplio abanico de servicios y técnicas.
En Europa los salones y barberías son casi únicos, muy personales, sus creadores tienen claro que parte les gusta de su oficio y se esfuerzan en ser los mejores en eso. Las tiendas concepto están muy extendidas allí y se harán paso aquí también.
En España todavía sigue persistiendo la idea de querer captar a todo el mundo y no tener claro quien eres, que ofreces y a quien quieres atraer.
- ¿Qué retos tienes en mente?
Pues ahora mismo estoy de lleno en que nuestro buque llegue a buen puerto y convertir Shave the Sailor no sólo en un referente local, sino que compañeros de otros países quieran venir a conocernos y se sientan felices de lo que aquí, en Vigo, hemos puesto en marcha. Quizás hasta sirvamos de inspiración para otros y eso nos llenaría de felicidad también. Poner nuestro granito de arena en dignificar la profesión es uno de nuestros objetivos. El otro gran reto es un proyecto que está en pañales, pero que pronto verá la luz. ¡Sólo puedo deciros que Rebel Mermaid is coming!
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